Las pieles sensibles no se ajustan a un prototipo de piel determinado (se puede dar tanto en pieles grasas como secas), y no soportan bien los cosméticos, por lo que éstos se elegirán cuidadosamente y dentro de la gama de sustancias calmantes (Extracto de Manzanilla, de Tilo, Bisabolol, Melisa, Azuleno, Alantoina, etc). También vasoconstrictores suaves (Aloe, Menta, extractos marinos..).

Si después de aplicar un producto la piel reacciona con picores, rojeces, escozor…. debemos sospechar de que se trate de una piel sensible. Es sabido que estas pieles tienen más problemas que otras y que no todos los productos serán aptos para ellas. Además, son mucho más vulnerables a las agresiones externas , tales como el frío, el sol, la calefacción, la contaminación, los cambios bruscos de temperatura, etc.. Y según cada perfil, se manifestarán con diferentes tipos de reactividad.

Hay tres orígenes de reactividad: medioambiental, por contacto y vascular. Y tres normas básicas de actuación ante una piel sensible: calmar, hidratar y proteger. Así pues la rutina diaria debe ser: limpiar con una leche para reforzar la barrera hidrolipídica de la piel y tonificar con una loción libre en alcohol. A continuación hidratar la piel y cubrir bien las zonas de más sensibilidad como son el cuello y el contorno de ojos.

La aplicación de exfoliantes tanto a nivel de cabina como personal no debe ser muy frecuente, aproximadamente cada 20 días.

También se pueden hacer pulverizaciones con agua termal, como la Brume Thermal de Selvert Thermal, para que la piel tenga más fuerza para posibles nuevas agresiones futuras. Otro elemento es utilizar mascarillas calmantes e hidratantes semanalmente y ante la exposición del sol evitar las horas más fuertes y proteger con un factor de  protección elevado.

Por Mercè Sancho, asesora técnica de Selvert.